Así atardeció ayer día 25 de abril. Un día estupendo en cuanto a pajareo y anillamientos. Un día con el corazón a un centenar de km de aquí. Un día en el que las piedras volcánicas de la isla ya empiezan a hacer mella en los pies. Un día de esos en los que a modo de visión fugáz, entiende uno de que va la vida ésta en la que estamos inmersos y que, debido a la velocidad que nos imponen vivirla, pocas veces nos paramos a pensar realmente en ella.
Y hoy a vuelto a salir el Sol, como cada día y el mar sigue fluyendo, como cada día.
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