sábado, 20 de diciembre de 2014

12.12.2014. Día de pajareo en el PN Fondó d’Elx y el PN Salinas de Santa Pola

Semana de vacaciones y dado que ya hace tiempo me propuse bajar al menos una vez al mes, de pajareo por las zonas húmedas del sur de Alicante, allá que voy el viernes 12 de diciembre. Pregunto por el grupo del caralibro de Pardalejant per Alacant, que especies, no habituales, se podrían observar por la zona. A los pocos minutos recibo una llamada de JuanMa Pérez invitándome a colaborar en el censo al PN del Fondó d’Elx.

Águila calzada (Hieraetus pennatus)

Como que no tengo personalidad y no se decir que no, el Si fue inmediato, lo que llevó a que esa noche me costara dormirme y después poder dormir de un tirón. Aún, a día de hoy, me emociono ante la posibilidad de un pajareo intensivo.

A las 8:30 en el bar Los Molinos para tomar un rápido café y hacia adentro del Parque. Hicimos varios equipos de censo y allá que vamos Jana Marco y yo al recuento y disfrute de cada ave que allí viéramos independientemente de su tamaño, forma y color de su plumaje.

Nos tocó el embalse de Poniente y la parte Sur del embalse de Levante.

Bien empezaba la mañana con la detección de un pequeño grupo de porrones moñudos, uno de los cuales llevaba una marca nasal de color azul. El ojo de Jana iba escaseando cada rincón de la lámina de agua y caga rincón de la vegetación. Cucharas, porrones comunes (cuanto me cuesta llamarles europeos), cormoranes, tarros blancos, patos colorados, zampulines chicos, fochas y pollas de agua (y es que lo de gallineta me da como risa, es como evitar decir polla…ha dicho polla). De entre la vegetación, salían los reclamos y voces de ruiseñores bastardos, pajaros moscones, calamones. Flechas de color azul metálico y de rojizo abdomen cruzaban por delante de nosotros.

Patos colorados (Netta rufina)

Aguiluchos laguneros en vuelo, subían y bajando entre el carrizal. Mientras, las águilas calzadas nos observaban desde las ramas de los eucaliptos. Antes de volver al coche, y mientras estaba yo pendiente de una imperiosa necesidad fisiológica, una águila pescadora anillada con una visible anilla de PVC rojo me sobrevuela a baja altura.

Continuamos el censo hacia el Sur de los embalses. En una de las paradas, una chocha perdíz levanta el vuelo desde los pies de Jana. Parece ser que esta especie, mucho más frecuente en las montañas interiores por donde suelo pajarear, suele ser bastantes escasa en este tipo de hábitat, provocando sorpresa y regocijo en la joven pajarera. Pero lo bueno estaba por venir.

Continuamos el trayecto a baja velocidad con el objetivo de detectar las águilas moteadas que este espacio natural invernan.

Pep, para!!! Ah, no,es una calzada. Continua.


Peeeeppppp!!!!, es la moteada. Jana salta del coche en marcha prismáticos en mano. Yo abro la puerta con el impulso de saltar tras la moteada, pero tenía que parar el motor primero. Allí se quedó el coche con las dos puertas abiertas y el contacto dado, mientras nosotros nos deleitábamos con la observación de un ejemplar adulto sin emisor de águila moteada. 

Alto estaba el listón después de esa observación, pero aún el día nos tenia reservadas muchas más imágenes. Continuamos nuestro conteo de especies en el embalse de Levante. Allí pudimos ver grandes concentraciones de anátidas, bien, bien, bien

Malvasía cabeciblanca, 26 ex
Tarro blanco, 515 ex
Porrón europeo, 261 ex
Aquí y allá se veía una focha, somormujos lavancos, cormoranes, alguna gaviota reidora. Mientras desde el carrizal calamones, pajaros moscones y ruiseñores bastardos dejaban oír sus reclamos.

A lo lejos sobre los eucaliptus, otro ejemplar de águila moteada, un ejemplar de segundo año calendario, observaba la vida pasar. 


Acabado este punto nos volvemos hacía la salida Sur. Allí nos encontramos a Juan Ma, Vicent y Javi que acababan de tener un orgasmo ornitológico con un martín pescador. Seis grullas comunes nos sobrevolaron en ese momento.


Salimos por la puerta Sur para ir al último punto de muestreo. Antes de ello, un ligero error de cálculo nos llevó al interior de la selva del Vietnam. Desde el observatorio solamente la lámina de agua se extendía ante nosotros. Pocas aves en esta zona:

Un pequeño grupo de flamencos
Vanellus vanellus, 6 ex.
Gallinago gallinago, 1 ex
Tringa ochropus, 1 ex.
Tadorna tadorna, 31 ex.


Panorámica de la zona de la Reserva en la parte sur del Parque Natural.  

De la decena de cigüeñuelas (Himantopus himantopus) que por la zona había, una de ellas pasó alimentándose a escasos 10 metros del observatoria, hecho que aproveché para poder fotografiarla a placer.

Acabado ya el censo oficial de la jornada, nada mejor que una cerveza bien fresquita. Tras ella, de nuevo, al campo. Nos dirigimos a la zona sur del Parque a la búsqueda de los famosos Temminck, pero ni rastro de ellos. En cambio, si que abundaban gran cantidad de paseriformes como pardillos, bandos de alondras comunes, lavanderas, bisbitas y buitrones y algún correlimos común un poco despistado.

Desde la parte exterior del Parque pudimos ver a un juvenil de águila perdicera posado en los habituales eucaliptos que se encuentran cercanos a la puerta Sur. Mientras un águila calzada nos observaba a nosotros.

Garcilla bueyera (Bubulcus ibis). En las huertas de la zona sur del Parque Natural

Continuamos de pajareo por la zona de huerta y cultivos al sur del Parque. Nos sorprendieron machos de aguilucho lagunero. Algunas avefrías revoloteaban aquí y allá. 

Miles y miles de estorninos, negros y pintos, pasaban antes nuestros primáticos. ¿Habrá algún estornino rosado por ahí en medio? Seguro que sí.

Chorlitos!!!! exclamó alguien y un bando de 31 chorlitos nos sobrevoló. Este bando se unió a las avefrías para posarse y desaparecer ante nuestros ojos. Allí hay una zona encharcada, exclamó Jana al tiempo que rauda se dirigía al coche. Y allá que vamos Javi y yo dentro también. Tanta fue la prisa que me dejé la puerta trasera del coche abierta.

 Ese momento del bando mixto en vuelo de 85 avefrias, 31 chorlitos dorados y un mínimo de 31 combatientes, evolucionando arriba y abajo fue memorable.

Andarríos grande (Tringa ochropus) en los canales de riego de las huertas que rodean el P.N. del Fondó

Continuamos, aún absortos ante semejante despliegue de limícolas. Jana delante con su cohe nos marcaba el camino. Y una rápida maniobra de salida al arcén presagiaba alguna especie digna de semejante parada. 

Bando de 17 grullas en formación de V dirigiéndose al Fondó. Horas después, Jana ya en su casa revisaría las fotos y sacaría que una de las grullas estaba anillada con una combinación de anillas de colores. 

Con su permiso, adjunto aquí a la crónica la fotografía de la grulla marcada con las anillas de colores (C) Foto: Jana Marco

Tras esta observación, salimos raudo a nuestro último punto de pajareo previsto para ese día, la Torre de Tamarit en las Salinas de Santa Pola. Apremiaba el tiempo, ya que las horas de luz menguaban de forma alarmante.

Junto a la torre de Tamarit, las abundantes y siempre visibles gaviotas patiamarillas

Y entre ellas, el ojo/escaner de Jana descubrió a un chorlito gris. Más tarde detectaría de nuevo a ese par de correlimos gordos, que eran otra de las especies a observar. Allí estaban, junto con varios correlimos comunes y un solitario correlimos menudo. 

El plumaje de los omnipresentes flamencos, adquiere cálidas tonalidades con los últimos rayos de Sol. Junto a ellos gran cantidad de gaviotas, tarros blancos y garzas. Al fondo de las salinas sestean un grupo de 13 espátulas y contabilizamos 13 garcetas grandes. 

Es casi un ritual fotografiar las patiamarillas en los postes junto a la carretera. Pero esta vez, la tíbia luz teñía de un bonito color anaranjado el blanco plumaje de esta especie. Y ante ese despliegue de color no podía más que dedicarme a fotografiarlas una y otra vez. 

Al igual que les pasa a las gaviotas patiamarillas con estas condiciones de luz, a las espátulas y a las avocetas se les colorea su plumaje blanco de diversas tonalidades rosadas y anaranjadas según la incidencia de la luz.

Grupo de cigüeñuelas con dos agujas colinegras en la salina, con la anaranjada luz del atardecer.

 
Ya al ocaso, con apenas casi luz, un bando de 65 agujas colinegras alzan el vuelo, dándonos un espectáculo de colores y claroscuros que difícilmente se podrán olvidar.

La puesta del Sol, como siempre en esta zona, ofrece un maravilloso juego de luces y colores, en ocasiones casi irreales y oníricos. Ese momento marcó el final del día y el inicio del banquete de los mosquitos palustres que se deleitaban con la sangre montaraz. Fue momento de elucubrar sobre futuras incursiones y sobre especies a observar. y allí nos quedamos, en una próxima visita a los humedales del Sur de Alicante. 

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